viernes, 16 de abril de 2010

20 formas de matar a tu jefe

Para los que quieran desahogarse...



¡Que lo disfrutéis!

Juan Francisco.

viernes, 9 de abril de 2010

¡El trabajo que siempre he buscado!

Estuve el martes pasado haciendo una entrevista en un pueblo cercano a Valencia, a unos 25 Km.

La empresa es una instaladora eléctrica bastante interesante, no muy grande pero con buena pinta, y yo optaba a un puesto en el que poseo unos 3 años de experiencia.

La entrevista no tuvo nada de especial, simplemente conté al hombre mis experiencias profesionales y él me explicó que su empresa buscaba a una persona con exactamente mi perfil. Es raro con los tiempos que corren, pero parece que no había seleccionado a demasiados candidatos, solo a los que teníamos una experiencia decente en el sector, que era lo que exigía la oferta.

Total, que llegó mi turno de preguntas. La cosa fue más o menos así (y voy a intentar reproducir las palabras exactas):

-Esta oferta es para un puesto de técnico, pero ¿tendré posibilidades de promoción al cabo de un tiempo?
-En principio no. De hecho, puede que este puesto sea muy eventual.
-Ya… bueno, ¿y qué sueldo tenían pensado?
-Sueldo mínimo.
-Ya, eso me parece que eran unosss…(me puse a pensar).
-No tengo ni idea -me interrumpió- yo digo a mi secretaria:”redacta un contrato con el sueldo mínimo” y ella lo hace.
-Entiendo… ¿y qué horario soléis hacer?
-Nosotros los técnicos tenemos un horario un poco especial…trabajamos 9 horas. Entramos a las 8:00 hasta las 14:00. Paramos a comer y luego volvemos a entrar a las 15:30 hasta las 19:00. (Por cierto, eso hacen 9 horas y media).
-Ajá… ¿y trabajáis también los viernes por la tarde? (muchas empresas del sector de la construcción no trabajan viernes tarde, para compensar algún exceso de horas).
-Sí, por supuesto. Aquí todas las tardes. Eso sí, los sábados no trabajamos. Bueno, hay algún sábado que hay que venir, pero no es habitual.

Acto seguido nos despedimos.

Creía que la esclavitud había sido abolida.

Halder.

lunes, 5 de abril de 2010

La pastillera


"Sabían ahora quién era el patrón y el jefe...¡borregos!". Al escuchar esta frase del drugo patrón del grupo de gamberros de la genial obra de Stanley Kubrick, La Naranja Mecánica, tras imponer un correctivo a dos de sus compañeros, me vienen a la cabeza las actuaciones de los típicos jefes tiranos de una empresa.

Para estrenar este blog, contaré una experiencia que tuve hace unos años.

Yo acababa de terminar mi carrera y había conseguido una beca en una empresa de servicios de cuyo nombre no es recomendable acordarme (si no fuera uno de los autores de esta página no me importaría ponerlo). Era una buena oportunidad, el puesto era jefe de obra de antenas de telefonía móvil. Se viajaba bastante, era distraído y aprendía cosas nuevas todos los días (lo cual no era difícil, ya que salía de la universidad totalmente pez, como todo el mundo)

Tenía por encima un delegado y por encima de él el director de zona. Como compañeros dos jefes de obra, uno de ellos era una chica un año mayor que yo que me estaba tutorizando y que la pobre iba hasta arriba de faena, porque hasta que yo me acoplara ella debía hacer mi trabajo. Estaba tan estresada que tomaba pastillas antidepresivas y Dios sabe qué sustancias más. El otro era un flipao que trataba fatal a los obreros. Aunque la verdad es que la chica tampoco se quedaba corta, en una ocasión que le recriminé un poco que había chillado a un instalador por una tontería ella me contestó: ”Tú trátalos así, que no tienen estudios ni nada”.

Total, que pasó un mes y medio y una de las administrativas se casaba, así que nos invitó a una comida. Yo iba hacia el sitio en el coche con la pastillera y me preguntó: “bueno, ¿qué?¿te gusta el trabajo?” a lo que yo le respondí: “pues la verdad es que nunca me había visto en un puesto semejante, pero está chulo. Aprendo cosas y no te aburres”. Eso pasó un viernes.

El lunes y martes el trato con la pastillera era ya muy malo. Había veces que ni me contestaba. El miércoles el trato con todos era ya bastante malo. El jueves me reunieron los dos jefes de obra y me dijeron que no me iban a renovar.

- ¿Por qué?-pregunté yo.
- Porque no tienes claro si quieres seguir o no -contestó el jefe de obra.
- ¿Cómo que no? claro que quiero.
- Eso no es lo que me dijiste el viernes en el coche.-contestó rápidamente la pastillera.

Al cabo de un tiempo yo trabajaba para otra empresa. Me enteré que el delegado había sido despedido, así como el director de zona. El jefe de obra se intentaba largar, había intentado pasar una entrevista en mi empresa (por suerte no lo cogieron). Mientras tanto, la pastillera había sido ascendida a delegada.

Halder.